jueves, 28 de febrero de 2008

SE LES HA PARADO EL RELOJ

   CÓMO MATAR AL PADRE "SESENTAYOCHISTA"      
                          
                                                           Por  Jessica Blanco
Se les había parado el reloj. El mundo era un paisaje apocalíptico para ellos. Los  sucios terminators posmodernos habían mancillado la prístina Arcadia de la Modernidad en las panrevoluciones sociales y estéticas de la década prodigiosa. La literatura ya no era literatura y el cine era una cadena de productos estúpidos provenientes del neo-Hollywood. El panconsumismo made in USA lo invadía todo, también los productos culturales. Ya no había valores y el reinado de la televisión era incontestable. Literatos, artistas y cineastas nostálgicos repetían estos lamentos como una letanía jeremíaca desde sus acomodadas guaridas autorales. No veían la “caja tonta” y, por eso, desconocían que algunas de las más interesantes narrativas fílmicas se estaban proponiendo desde las cadenas norteamericanas. ¡Del gran Satán no puede venir nada bueno! Ignoraban la creatividad desplegada en no pocos spots publicitarios, negaban el pan y la sal a las nuevas formas de expresión, al papel de las tecnologías avanzadas. Su mundo de acababa el la resaca de los nuevos cines y todavía encontraban eco nostálgico en festivales y publicaciones “sesudas”. Definitivamente, como proclamaran Les Luthiers, “cualquiera tiempo pasado fue anterior”.

domingo, 17 de febrero de 2008

El espejismo de la globalización




por Jessica Blanco

La autocomplacencia y el hecho de cerrar voluntariamente los ojos en una actitud de sonambulismo que nos satisface (no hay dolor) hace que cubramos el espectáculo de la globalización con luces de espejismo. No hay nada, o casi nada, en la globalización que nos venden que interese a la inmensa mayoría de la humanidad. No hay nada porque no puede participar. No hay nada porque es un constructo del capitalismo depredador. Su simplificación y su tratamiento (nos la venden como si de un "parque temático" se tratase) anula cualquier resquicio de interés. Al fin no deja de ser sino el juguete que el poderoso concede a los pocos privilegiados de una "clase media" mcdonalizada. Una clase satisfecha con su vida (ham)burguesa. Interesa globalizar esa sensación de bienestar con una propaganda dulzona y egocéntrica para mantener y aumentar los privilegios de unos pocos. Todos jugamos para que ellos ganen. Todos jugamos mientras creemos que nos divertimos. Lo están haciendo muy bien. Lo han hecho muy bien siempre. Esta es la verdadera cara de la globalización. En realidad no es sino una versión economicista y moderna de lo que las religiones comenzaron hace miles de años. ¿Conoces algún logotipo más eficaz que la cruz?